Incluso en el idioma inglés existe una palabra que define este fenómeno: “overchoice”, que quiere decir algo así como “sobrecarga de opciones”.
Elección y felicidad
En un experimento que analiza los efectos de la elección sobre la felicidad,
dos profesores Sheena Iyengar del a Universidad de Columbia y Mark Lepper de la Universidad de Stanford preguntaron a un grupo de voluntarios que les gustaría más: elegir entre 30 marcas o entre 6 marcas de chocolates.
Lo curioso es que al final del experimento, quienes habían elegido participar en la opción de 30 marcas, posteriormente a escoger mostraron más insatisfacción y arrepentimiento con la decisión tomada, que quienes eligieron entre 6 marcas.
Según los autores “a más opciones, más probabilidades de equivocarnos en la elección final, y a veces, inconscientemente esta perspectiva socava el placer que se pueda obtener de la elección real”.
Un punto importante a tener en cuenta es que nadie estaba tratando de “vender” a los voluntarios las opciones disponibles. No hubo anunciantes que aseguraran que una marca de chocolate era mejor que otra. ¿Qué ocurriría si añadimos al estudio que los participantes fueran bombardeados con publicidad que muestre a, por ejemplo, conocidos deportistas indicándoles cuál chocolate es más sabroso? Esta hipotética condición no está lejos de lo que la mayoría de nosotros experimentamos todos los días.
¿Y qué ocurriría si en vez de chocolates se trataría de algo mucho más importante para nuestro bienestar? ¿Sentiríamos una sensación de vacío al encontrar fallos en nuestra elección, al pensar que las otras opciones pudieron ofrecernos una mejor solución?
Desde tiempos inmemoriales, la escasez ha provocado que el ser humano perciba la posibilidad de alternativas como un potenciador de su felicidad, sin embargo, las opciones desmedidas que nos ofrecen hoy a través de los medios de comunicación junto a las prácticas comerciales contemporáneas, han distorsionado para siempre este mecanismo evolutivo.
Quizás en una próxima etapa evolutiva incorporemos naturalmente un filtro para desechar todo aquello que no nos es necesario para ser felices, esto no sería nada descabellado ya que nuestra historia evolutiva nos ha demostrado que si algo empieza a amenazar nuestra supervivencia, sencillamente cambiamos y nos adaptamos. En ese caso, tal vez sea, justamente, nuestra capacidad de elegir lo que logre liberarnos de la “sobrecarga de opciones”.
Artículo de Aldea Ciencia
http://ssociologos.com/2014/09/22/consumismo-entre-la-felicidad-y-la-distorsion/
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