Toda la retórica de Quintiliano o de Aristóteles se ha usado como un arte de dominio y persuasión muy eficaz. Saber vender un producto o una idea es, sin duda, una cualidad que engrandece el producto, pero cuando este producto carece de las cualidades o de las ventajas que se nos ofrecieron, se le puede llamar engaño. Sin embargo hay una fórmula esencial y necesaria para no ir deambulando en busca de paraísos y encontrarnos con espejismos o quimeras, y esto es el criterio, también el sentido común.
En la política la cuestión es más grave, pues lo que nos intentan vender se
corresponde con los cimientos de la vida: trabajo, salud, educación, libertad... Pactos, debates independentistas, fraudes, recortes, luchas internas; poco tiene que ver con un compromiso sincero con el ciudadano.
corresponde con los cimientos de la vida: trabajo, salud, educación, libertad... Pactos, debates independentistas, fraudes, recortes, luchas internas; poco tiene que ver con un compromiso sincero con el ciudadano.
La retórica, la palabra convincente, puede ser en ocasiones arma de quienes no llevan nada consigo, pero no es necesario adornar tanto lo que por sí mismo ya luce. Y así estamos, esperando hechos, hechos que produzcan cambios, cambios que de verdad supongan algo sustancial que nos libere de la manipulación continua.
Pero es el individuo, la sociedad en su conjunto, la que ha de proclamar lo que quiere; pues, no lo olvidemos nunca -sería la peor amnesia que nos habrían conseguido vender- y es que el poder es siempre del pueblo.
La Tribuna de Albacete, 27-8-2014
La Tribuna de Albacete, 27-8-2014
http://lashorasylossiglos.blogspot.com.ar/2014/08/retorica-y-politica.html
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