Cada uno de tus defectos está perfectamente ejecutado, en sincronía divina.
Cada arruga, cicatriz, línea; cada mancha y peca escondida; cada herida, única e irreversible, te hace íntegro, te hace único, te convierte en una obra de arte irrepetible.
La iluminación no tiene nada que ver con borrar la imperfección, sino con abrazar amorosamente cada apariencia como parte de una gran perfección, inasible para la mente, pero ya parte de ti, incluso mucho antes de que se cuestione la perfección o que surja la idea de su contrario.
Saber que siempre has sido íntegro, hace que te sientas honrado ante tu
vulnerabilidad.
Permite que cada momento sea la crucifixión de tu imagen.
Permite que cada 'imperfección' sea bañada en tu luz.
Permite que el momento sea una celebración, que lo informe tome forma.
Jeff Foster
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