de tender la mano, de ampliar nuestras fronteras y de crecer buscando igualdad de condiciones y derechos, valores solidarios y mutuo respeto y comprensión.
Por esta razón creo que es posible luchar para favorecer la propia identidad histórica o social al mismo tiempo que crecer en una amplitud de miras, con la aspiración de encontrar en el otro, en el vecino, en quien vive y convive cerca de nuestras fronteras o dentro de ellas, una aproximación sincera y un deseo de defender unos mismos valores de grupo. Pues, como cantaran los hippies, y tantos otros colectivos de mente abierta, solamente somos ciudadanos del mundo, no tenemos otro lugar de nacimiento que el mismo planeta que nos acoge, ni otra madre que la Tierra. Y para permitir que haya una interacción equilibrada con el medio y con los otros, nada más que es posible hacerlo desde la comprensión de que formamos parte de un mismo organismo, y todas las respuestas que demos contribuirán a su evolución equilibrada si van en un sentido unitivo y cooperativo, o a su decadencia si cada uno actúa de acuerdo a sus intereses personales. Porque, como sucede con el llamado ‘efecto mariposa’, una acción cualquiera, aunque parezca que no repercute en otra parte, puede desencadenar sin embargo distintos efectos en otros lugares aparentemente no relacionados, pongamos por caso en el tercer mundo, o por el denominado ‘cambio climático’.
Así que, citando a Walt Whitman: “¡Arrancad los cerrojos de las puertas! ¡Arrancad las puertas de los goznes! El que degrada a otro me degrada, y todo lo que se dice o se hace vuelve a mí al fin!” Palabras de Whitman que podrían ser dichas por este planeta nuestro que espera que -algún día no muy lejano- nos pongamos de acuerdo en escucharlo, para cuidarlo y movernos en torno a él; y no moverlo para que gire en torno nuestro. Y solamente hay un sentido en ese movimiento: el de la naturaleza.
La Tribuna de Albacete
http://lashorasylossiglos.blogspot.com.ar/2014/05/integracion.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario