25 de agosto de 2014

Pon tu atención en la atención



¿Hay algo que puedas hacer?

Sí. Pero únicamente ahora mismo. Todo comienza y termina ahora mismo. Tú no puedes practicar algo ahora, o aprender algo ahora, esperando que afectará tu futuro de un modo positivo. No hay ningún futuro. Así que sea lo que fuere que hagas, tiene que ser ahora, o nunca.

Entonces, ¿qué puedes hacer AHORA?

¡Es tan fácil! ¡Es tan simple! Y no hay ninguna otra cosa que necesites aprender ni saber para ‘hacerlo’. No hay ninguna ‘verdad’ a buscar que te ayude a ‘hacer’ esto. No hay ninguna ‘maduración espiritual’ necesaria para hacerlo, ninguna ‘apertura del corazón’ necesaria para hacerlo. Más satsangs ni más maestros, de ningún modo posible pueden agregar nada a tu capacidad de ‘hacer’ esto. Nada se necesita para ‘hacerlo’.

He aquí: pon tu atención en la atención misma. Es todo.

Es la práctica de —ahora mismo, en el presente inmediato— volver tu

atención 180 grados desde el mundo exterior (para dirigirla) hacia adentro, hacia la atención misma. Todo lo que se necesita es poner tu atención en curso sobre la atención misma, e ignorar el resto. De hecho, ni siquiera necesitas ignorar el resto: cuando pones la atención en la atención misma, ‘el resto’ desaparece. Simplemente no está ahí.

No es que no sepas a qué atención me refiero. Si te digo: pon tu atención en los latidos de tu corazón, no me vas a preguntar a qué atención me refiero. Todos conocemos íntimamente la ‘atención, del mismo modo que conocemos nuestro brazo derecho. Eso es realmente lo que quiero decir cuando hablo sobre la conciencia ordinaria, cotidiana. La conciencia es atención.

Poner la atención en la atención misma es lo opuesto a lo que estás acostumbrado por hábito. Usualmente tú colocas tu atención únicamente en el contenido —pensamientos, sentimientos, objetos, personas, actividades— y no en el hecho de que tienes atención en absoluto. Esto es atención interior, no exterior. Esto es atención a la atención, y no a los objetos: pensamientos, cuerpos o mentes.

‘Volver la atención al interior’ no es lo que habíamos creído todos estos años. Creíamos que significaba: mira tus pensamientos, tus sentimientos, aquello que te hace latir. ¡Falso!
Volver la atención al interior significa literalmente mirar aquello que está mirando. Significa mirar a la atención misma.

Advierte ahora mismo que, cuando la atención reposa sobre la simple atención que se está concediendo a estas palabras, hay tranquilidad. No la atención a las palabras mismas, sino atención a la atención que las hace ‘advertibles’. Cuando la atención en curso se mueve fuera de sí misma, hacia el exterior, entonces aparecen estas palabras. El yo, el cuerpo, los pensamientos y el mundo aparecen, y todo el sufrimiento que nace con estas cosas. Estas cosas aparecen ante ti cuando pones la atención en ellas. No tienen que aparecer en absoluto. Mantén la atención en la atención misma y ninguna-cosa aparece jamás.

¿Por qué parece difícil poner la atención en la atención? Porque tu mente rechaza instantánea e inmediatamente la atención, porque ésta no tiene cualidades. Así que no intentes ni hagas esto con tu mente. Tan sólo vuelve tu atención ‘atrás’, a la atención misma, allí donde comenzó. Notarás que la mente desaparece.

No es necesario nada más. Ninguna actividad es necesaria para hacer esto ‘mejor’, porque cuando la atención está en la atención, NO HAY ninguna actividad. Todas las actividades, objetos, cuerpos y egos aparecen cuando pones tu atención en ellos.

¿Ves por qué hay aquellos que dicen: ‘Simplemente mira ahora, y asunto concluido’? Ahora bien, cuando miras —cuando pones la atención en el interior, en la atención misma (y no en el exterior, en los objetos atendidos)— ¿queda alguna-cosa? ¿Puedes encontrar algún ‘yo’ allí? E incluso, ¿puedes encontrar un cuerpo o una mente? ¿Puedes encontrar sufrimiento? ¿Puedes encontrar algún ‘buscador’? ¿Y de qué iba tu búsqueda?

Tú no tienes que ‘hacer’ ninguna auto-indagación. La autoindagación implica mirar con una mente, en una mente, para ver si puedes encontrar el origen y el asiento del ‘yo’, y encontrar que no hay sino un manojo de pensamientos. Tú no tienes que hacer todo eso. Mira al interior, a la atención misma, y queda inmediatamente claro que no hay ningún ‘yo’ ni nunca lo hubo. Todo queda claro ahora mismo y cada vez que miras.

No tienes que sentarte ni meditar sobre esto. Esto es ‘caminarfuncionar- no-meditación’. Es parte de tu día a día. Mientras caminas, haces tus asuntos, trabajas, conversas con la gente, vuelve tu atención a la atención misma. ¿Qué ocurre?

Hazlo ahora, hazlo de una vez, y ya nunca necesitarás que se te convenza de nuevo. Nada hay sino ESTO: esto mismo.

Y tú eres ESTO!

Annette Nibley



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