La decepción puede ser tu más grande maestro y amigo.
Has conocido la decepción a lo largo de toda tu vida; ha llegado en diversas formas: sutiles y obvias. Ha ido desde un gentil 'Oh bueno...', hasta la angustia y desesperación más aplastante; hasta la muerte de los mundos. A veces ha llegado en medio de la noche, cuando las defensas están bajas. A veces a plena luz del día.
Podemos rezar, alinearnos, soñar, meditar y manifestar todo lo que queramos. Podemos intentar crear y controlar y contener la vida perfecta. Sin embargo, en algún momento, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, la vida no sale de 'acuerdo a nuestros planes' (sea lo que eso signifique). El sueño se desmorona. La fantasía se arruina. Surge un diagnóstico de la nada. Una promesa se cumple o no se cumple. Un plan falla por completo. Las palabras se pronuncian o se callan. Algo que creíste real resulta que nunca lo fue. Algo se perdió, o se encontró, o nunca existió en absoluto. Y el ego ha sido humillado, el buscador amenazado, y el yo ridiculizado. El camino se vuelve de pronto confuso. La certeza se viene abajo.
Y la tendencia, entonces, es huir de la tristeza, evitarla, pretender que no
está ahí, hacer como si 'todo estuviera bien.' Pero el dolor de la decepción no es un error, ni tampoco un obstáculo; éste sólo te abrirá aún más, si lo permites. Te mantendrá sensible, flexible y, sobre todo, humilde.
La verdad es... que tú no sabes. Nunca supiste. Y nunca has tenido realmente el control. Y sumergirte en ese no-saber, en lugar de luchar contra él, podría ser la más grande liberación. La humillación es sólo el aliento de la humildad, como puedes ver, y cualquier final no es otra cosa que un comienzo disfrazado.
Asume que hay inteligencia en tu decepción; que se trata de una invitación para que te conectes más profundamente - contigo mismo, con los demás, con la vida. Tuviste un sueño que no se cumplió, y tienes que llorar por ese futuro perdido, sí, por supuesto. Pero en medio de tu pena, voltea hacia el presente. Reconoce el dolor, sí, pero no te aferres a él, ni le des más significado del necesario. Permite que la decepción te saque de tu cabeza y te lleve hasta tu corazón, hasta tu cuerpo vibrante. Respira. Estate presente. Mantente muy cerca de ti mismo en este tiempo de cambio. Siéntelo todo. Todo.
No te saltes el siguiente paso. Podría haber regalos en el andar de este momento.
Sabe que esta crisis es sólo la muerte de los sueños, y nada más. Y la vida tiene reservada muchas sorpresas.
Mantente curioso. Llora, grita, laméntate, pero mantente curioso.
Si estás dispuesto a encontrarte de frente con la decepción, no habrá ninguna decepción.
- Jeff Foster
(Imagen: Biliana Rakocevic)
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