11 de junio de 2013

NO HAY ESCAPE, NO HAY PROBLEMA por Pema Chodron



Ya tenemos todo lo que precisamos. No necesitamos mejorarnos. Todas éstas fantasías que nos imponemos nosotros mismos: el temor constante de ser malos y la esperanza de ser buenos, las identidades a las que tanto nos aferramos, la furia, los celos y las adicciones de todo tipo…nunca tocan nuestra riqueza básica. Son como nubes que ocultan temporalmente el sol. Pero nuestra calidez y nuestro brillo están aquí mismo en todo momento. Esto es lo que realmente somos. Estamos a la distancia del guiño de un ojo de estar plenamente despiertos.
Esta manera de vernos a nosotros mismos es muy diferente de aquella a la que estamos acostumbrados. Desde ésta perspectiva, no tenemos que cambiar: puedes sentirte tan desdichado como quieras y aún así, sigues siendo un buen candidato a la iluminación. Puedes sentir que eres el caso más desesperado del mundo, pero ese sentimiento es tu riqueza, no algo de lo que tengas que deshacerte ni que tengas que mejorar. Hay riqueza en todo ese material maloliente que tanto nos disgusta y tan poco deseamos. Las cosas deliciosas- lo que tanto amamos de nosotros mismos, los lugares por los que sentimos una sensación de orgullo o inspiración-, también son nuestra riqueza.

Con las prácticas que te presentaré, puedes comenzar exactamente dónde estás. Si te sientes enfadado, empobrecido o deprimido, las prácticas que describiré están diseñadas para ti porque te animarán a usar todas las cosas no deseadas de tu vida como medios para despertar la compasión por ti mismo y por los demás. Éstas prácticas nos enseñan aceptarnos a nosotros mismos, a relacionarnos directamente con el sufrimiento, a dejar de huir de los aspectos dolorosos de nuestras vidas. Nos enseñan a trabajar abiertamente con la vida tal como es.
Cuando oímos hablar de la compasión, naturalmente lo asociamos con trabajar para los demás, con cuidar de los demás. La razón por la que no solemos estar ahí para los demás- bien para nuestros hijos, para nuestra madre o para alguien que nos insulta o nos atemoriza-, es que no estamos ahí para nosotros mismos.Hay partes enteras de nosotros mismos tan indeseadas que, cuando empiezan a aparecer, salimos corriendo.
Como escapamos, dejamos de estar aquí mismo, de estar en el punto. Seguimos perdiéndonos el momento en el que estamos. Sin embargo, si podemos experimentar el momento en el que estamos, descubrimos que es único, precioso, completamente fresco. Nunca ocurre dos veces. Uno puede apreciar y celebrar cada momento, no hay nada más sagrado. No hay nada más vasto y absoluto. De hecho, ¡ no hay nada más!
Solo en la medida que hemos llegado a conocer nuestro dolor personal, solo en la medida en la que nos hemos relacionado con el dolor,  somos lo suficientemente intrépidos, lo suficientemente valientes y lo suficientemente guerreros, como para estar dispuestos a sentir el dolor de los demás. En esa misma medida estaremos dispuestos a asumir el dolor de los demás, porque habremos descubierto que su dolor y el nuestro no son diferentes.
Para hacer esto necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. Tengo la esperanza de que éstos escritos te ofrezcan esa ayuda. Las herramientas son tres prácticas que te darán mucho apoyo:
1-La meditación sedente básica (llamada meditación shamatha-vipashyana)
2-La práctica de dar y recibir- (llamada tonglen)
3- El trabajo con los siete puntos del entrenamiento mental, o lojong-
Todas éstas prácticas despiertan nuestra confianza en que la sabiduría y la compasión que necesitamos ya están en nosotros. Nos ayudan a conocernos: nuestras partes duras y nuestras partes blandas, nuestra pasión, agresión, ignorancia y sabiduría.  La razón por la que las personas se dañan unas a otras, la razón por la que el planeta está contaminado y por la que a la gente y a los animales no les va muy bien últimamente, es que los individuos no se conocen, no confían ni se aman suficientemente a sí mismos. La técnica de la meditación sedente, llamada shamatha – vipashyana (“tranquilidad, comprensión”), es como una llave dorada que nos ayuda a conocernos a nosotros mismos.
MEDITACIÓN  SHAMATHA –VIPASHYANA
En la meditación shamatha-vipashyana, nos sentamos erguidos, con las piernas cruzadas (si podemos) y los ojos abiertos, y las manos descansando sobre los muslos.
Entonces simplemente tomamos consciencia de la respiración a medida que sale. Hace falta cierta precisión para estar allí mismo con la respiración. Por otra parte ésta técnica es extremadamente relajada y suave. Decir “Estáte allí mismo con la respiración medida que va saliendo”, es lo mismo que decir “Estate plenamente presente”. Estate aquí mismo con lo que está pasando. Siendo conscientes de la respiración a medida que sale, también podemos ser conscientes de otras cosas que pasan: los sonidos de la calle, la luz sobre las paredes. Éstas cosas pueden captar nuestra atención ligeramente, pero no es necesario que nos despisten. Podemos seguir sentados aquí, conscientes del salir de la respiración.
Pero estar con la respiración es solo una parte de la técnica. La otra parte son los pensamientos que recorren continuamente nuestra mente. Nos sentamos aquí hablándonos a nosotros mismos. La instrucción es que cuando nos demos cuenta de que hemos estado pensando, lo etiquetemos así:”Pensando”. Cuando notas que tu mente deambula por ahí, te dices a ti mismo: “Pensando”. Tanto si tus pensamientos son violentos y  pasionales como si están llenos de ignorancia y negación, tanto si son preocupantes o temerosos, como si son pensamientos espirituales o pensamientos agradables sobre lo bien que te va, pensamientos reconfortantes, pensamientos elevados, sean lo que sean,  simplemente etiquétalos a todos, sin juicio ni dureza, como “pensamientos”; hazlo con honestidad y delicadeza.
El toque de la respiración es ligero, tan solo como un 25% de la atención está en la respiración. No te aferres a ella ni trates de fijarla. Te estás abriendo, dejando que la respiración se mezcle con el espacio de la habitación, dejando que el aliento salga al espacio. Entonces se produce algo así como una pausa, una apertura hasta que sale la respiración siguiente. Mientras inspiras, podría haber una sensación de algo se are y espera. Es como pulsar el timbre de la puerta y esperar que alguien responda. Después vuelves a apretar el timbre y esperas que alguien responda. Después probablemente tu mente se vaya a deambular por ahí y vuelves a darte cuenta de que estás pensando; en éste punto es cuando usas la técnica de etiquetar.
Es importante ser fiel a la técnica. Si descubres que tu etiquetar adquiere un tono duro y negativo, como si estuvieras diciendo.”¡Maldita Sea!”, entonces está haciendo que lo pases mal; repítelo una vez más y aligérate. No se trata de abatir los pensamientos. Más bien sé delicado. Usa la técnica de etiquetar como una oportunidad de desarrollar la suavidad y la compasión hacia ti mismo. Cualquier cosa que surja en el ámbito de la meditación, está bien. La cuestión es poder verla con honestidad y hacerte amigo de ella.
Aunque es vergonzante y doloroso, es muy curativo dejar de ocultarte de ti mismo. Es sanador conocer todas las maneras en las que te muestras esquivo, todas las maneras en las que te escondes, todas las maneras en las que te cierras, te niegas, criticas a los demás, todas tus curiosas y extrañas maneras. Puedes conocerlas haciendo uso del sentido del humor y de la bondad. Al conocerte a ti mismo, llegas a conocer a la humanidad en su conjunto. Todos afrontamos éste tipo de cosas. Todos estamos juntos en esto. De modo que cuando te des cuenta de que te estás hablando a ti mismo, etiquétalo como “pensando” y nota tu tono de voz. Deja que éste sea compasivo, delicado y divertido. Entonces estarás cuestionando los viejos patrones repetitivos que compartes con la raza humana. La compasión hacia los demás comienza con la bondad hacia nosotros mismos.
Copiado del libro “Comienza donde Estés”, de Poma Chodron-

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