Para empezar con la contextualización se debe tener en cuenta en qué consiste la perspectiva subjetiva. En teoría sociológica se distinguen dos formas de estudiar los fenómenos sociales. La perspectiva sistémica, en la que se encuadran autores como Bourdieu o Luhmann, explica la realidad social entendiéndola como un sistema en el que los individuos están inmersos. El sistema es el que guía a los individuos, limitando sus opciones y acciones.
Por otro lado la perspectiva del sujeto traslada el énfasis explicativo a los individuos. Llevando a cabo este cambio de testigo aparecen teorías como la teoría del cultivo, la agenda seeting, el gatekeeper o, la que nos interesa en este caso, la teoría de la espiral del silencio.
Elisabeth Noelle-Neumann (1916-2010)[1] desarrolló en su libro la espiral del silencio (1982) una de las explicaciones más lúcidas sobre el comportamiento individual. Mediante un marco teórico exhaustivo y basado en experimentos llevados a cabo por otros científicos, Noelle-Neumann construye una explicación causal capaz de interpretar las acciones personales. Para ello parte de una base sencilla y lógica: los seres humanos tenemos un miedo irracional al aislamiento, y por miedo a no quedarnos sin nadie modificamos nuestra conducta. Para ello se basó en experimentos como el de Solomon Asch (1951)[2], en el que se demostraba este principio explicativo. Para descubrir que es lo que debemos hacer para sentirnos acompañados en nuestro día a día recibimos feedbacks de las personas que nos rodean, que aceptan o no nuestras acciones y opiniones. Si una u otra cosa es aceptada con facilidad por nuestros conocidos y amigos tenderemos a reproducirlos. En cambio, si nuestro entorno no acepta nuestras actitudes xenófobas o racistas, las ocultaremos.
Las personas tendemos a tener actitudes que favorezcan nuestra integración social en un grupo que encaje con nuestras creencias. La espiral del silencio es una teoría que plantea el paso de la microsociología (el miedo al aislamiento como variable psicosociológica) a las explicaciones a nivel macro como son la integración del individuo en la sociedad.
De esta forma se puede extrapolar al comportamiento en la red. Mediante las respuestas que recibimos en las publicaciones, fotos, videos, enlaces, etc. modificamos nuestra conducta con el fin de agrupar al mayor número de personas posibles que corroboren nuestra actitud. Al fin y al cabo, ¿qué hay que nos diga con más claridad que lo estamos haciendo bien que un “me gusta”? Las personas encontramos en las redes sociales como Facebook, instagram o twitter herramientas que nos hacen más fácilmente entendible lo que otras personas opinan de nosotros. Incluso, en las páginas que administras en Facebook, puedes hacer estadísticas sobre las publicaciones que han tenido más éxito para observar qué es aquello que motiva más a la gente.
Si antes el lenguaje interpersonal era un arte que debía ser dominado para ser una persona educada y de mundo, ahora, en el espacio virtual, podemos educarnos para encajar en la sociedad con un margen de error mayor a cualquier otra época. Al fin y al cabo, siempre se puede borrar una publicación.
[1] Noelle-Newmann, E. La Espiral del Silencio (2011) Paidós Comunicación. Barcelona.
[2] Asch, Solomon E. Effects of Group Pressure upon the Modification of Judgements (1951) Groups Dynamics: Research and Theory 151-162, Evanston III. Nueva York.
Fuente de foto: yrbff.tumblr.com
[2] Asch, Solomon E. Effects of Group Pressure upon the Modification of Judgements (1951) Groups Dynamics: Research and Theory 151-162, Evanston III. Nueva York.
Fuente de foto: yrbff.tumblr.com
http://ssociologos.com/2015/08/13/las-redes-sociales-y-la-espiral-del-silencio/
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