21 de febrero de 2015

“Aprender a vivir Chamánicamente” - Chamalú.


Nuestro silencio es una actividad diferente. Es un viaje que nos permite acceder a las otras realidades que también están aquí. Hay cosas que son ciertas, pero no en esta realidad. El silencio es la invisible puerta dimensional; el sonido es el vehículo inicial que nos conduce a él cuando somos capaces de fusionarnos con el sonido sin interrumpir el silencio.

Cuando un niño juega, no se diferencia del juego, ningún niño juega en broma; cuando un aprendiz chamánico actúa, se convierte en lo que hace, entonces no hay sujeto, no hay objeto, no hay tampoco distancia, sólo una unicidad superior que se saborea sin palabras ni explicación posible.

Nosotros somos parte de otra historia. Nuestra estructura energética coincide con la geografía invisible de la Madre Tierra. La vida es un momento creativo que comienza cuando nos despertamos; el tinku es el encuentro que se da, cuando el desaprendizaje purifica la mente del aprendiz. Quienes intentan chamanizarse sin renunciar a la estupidez, pierden tiempo. Quienes van por la vida empaquetados de conceptos y creencias, tienen una cortina de humo que

les impide ver y comprender la realidad.

La cultura occidental ha producido al hombre actual y a toda esta lamentable situación. El occidental se autocomprende y de esa manera justifica todo lo que hace y lo que no puede justificar lo atribuye a Dios. Sabemos también que la llamada Nueva Era, plagia los milenarios conocimientos indígenas, los cambia de nombre, los registra para apropiarse de ellos y luego los comercializa como novedades. Sabemos también que detrás del contenido abstracto de muchos intelectuales occidentales, yace un vacío poblado de conceptos inconexos. Los abuelos nunca entendieron la necesidad incontenible que tienen los occidentales, por mostrar lo que tienen, simulacro de su vida jamás inaugurada, mientras aparentan una normalidad que desconocen, todo ello síntoma de su colapso existencial al que se acostumbraron.

Para el occidental la realidad es plana, homogénea y medible. Para nosotros es diversa, multidimensional y mágica. Nosotros sabemos hacer muchas cosas, pero de todo lo que hacemos lo más importante es que vivimos con reverencia, ahí comienza la magia que apadrina lo trascendental que nos muestra la vida de cuerpo entero. El primer paso es la humildad, que traducida en reverencia nos autoriza acceder a lo que es secreto para el arrogante. Nuestra vida es simple y profunda, tenemos pocas necesidades, pero soñamos un mundo nuevo, donde la vida sea posible y lo sagrado se reintroduzca en la forma de vivir.

Tinku. El tinku (encuentro) del aprendiz con el anciano, se da en principio en silencio. Si esta elocuencia transparente no comprende el alumno, significa que aún no está preparado. Es preciso romper todo anclaje al sistema de creencias, convertirse en observador. Mira adentro y afuera, observa los detalles, cuida los instantes, observándote podrás conocerte y adquirir el poder de remodelar y el valor de rebelarte. Asegúrate de que tu existencia no esté basada en el simulacro, como recomienda la sociedad, cultiva tu poder acrecentando tu coherencia, la vida es una “mesa ritual”. Recuerda que el chamanismo sólo te ofrece herramientas para construirte una nueva vida, empero la voluntad es tu aporte, ya sabes que aquello que no hagas, permanecerá sin hacerse.

No confundir misión con trabajo. La primera responde a nuestra historia evolucionaria; el trabajo, es sólo resolución de las necesidades básicas. Viviendo se piensa, ésa es nuestra teoría y práctica. El pensamiento chamánico es meditativo. Aquí y ahora comienza y termina la vida, lo que llamamos realidad depende del contexto. En occidente todos quieren estar sanos, pero hacen todo lo posible por enfermarse y gastar su energía. Viven por pedazos inconexos y aislados, creen que se enferman por partes y que la solución también viene por separado. En chamanismo la vida es inseparable, es holística, es decir incluye todo. Nosotros sabemos que nuestros pensamientos influyen sobre nuestra salud, que nuestras emociones afectan de buena o mala manera a nuestras defensas naturales, que las relaciones interpersonales mal manejadas pueden fabricarnos úlceras, que la falta de contacto con la Madre Tierra nos debilita y enferma, que lo espiritual debe traducirse en una forma de vida. Así vive el guerrero chamánico. Él no pelea contra la vida, él sabe que es la vida y que está de paso.

El mundo ha sido vaciado de magia, la frivolidad erosiona la trascendencia. El hombre occidental olvidó vivir y en su reemplazo, aparece ocupado trabajando y comprando, sin tiempo para vivir. Los abuelos enseñaron que la salud es consecuencia de una forma de vivir, que ésta procede de una forma de pensar, que todos debemos saber alimentarnos, que esto comienza con aprender a dialogar con nuestro cuerpo, a escucharlo y tomar en cuenta sus pedidos. Toda dieta requiere la presencia de varias partes de la planta (raíz, tallo, hojas, flores frutos y semillas) además de diversos colores en sus alimentos (naranja, rojo, verde, blanco, negro…) amorosamente organizados como base de una buena dieta y compartidos por gente de la que disfrutamos su presencia. La salud es lo primero que todo aprendiz chamánico debe aprender a gestionar. Evita excesos y carencias, elige lo natural. El resto, disfrutar de una vida prestada, que un día, cualquier día, tendrás que devolver.

La magia es intrínseca a la vida, la salud también, sin embargo no puede el pez vivir fuera del agua y esperar tener buena salud. Quien quiera disfrutar de una vida sin sufrimiento, precisa aprender a vivir chamánicamente en cualquiera de sus variantes. El Universo se desdobla permanentemente, pero estos detalles multidimensionales están reservados para los que aprendieron a ver extraocularmente. La magia no emerge de estados extáticos aislados, sino de las relaciones profundas y con enfoque e intención adecuadamente direccionados. Sólo puedo entenderte en relación a tu contexto, a tu misión y al todo.

Salud es armonía y armonía es conexión consciente con el todo. Somos la parte de la naturaleza que está consciente de su fugacidad, somos apenas un filamento en el tejido de la vida, de una vida que es compleja pero no complicada, porque vivir es básicamente intercambiar energía con el entorno y es mejor hacerlo conscientemente. La vida es un tejido y cada uno es una hebra aportando el color que sólo cada uno puede dar. Sabemos también que la vida, nuestra vida, no existe de antemano, que precisamos crearla constantemente. La plenitud no se copia, se fabrica en el jardín interior que cada uno descubre cuando comienza a conocerse.

Nuestros abuelos sabían de los átomos con otros nombres, es decir todas son viejas novedades fluyendo en el océano de la vida, donde las olas del conocimiento van y vienen. A pesar que destruyeron a nuestros abuelos, a pesar que quemaron nuestros escritos sagrados, la energía no se destruye y de nuevo estamos aquí para decirle al hombre occidental que nuestros antepasados somos nosotros y estamos aquí en cumplimiento de la profecía.

Si la Madre Tierra nos dio a luz, no insistamos en vivir en la oscuridad. Somos un eslabón de la cadena de la vida, si falla uno, falla todo, porque la red se quiebra. La vida es energía continua, la muerte es la discontinuidad que prosigue de otra manera, por ello pensamos cíclicamente y en red. Las raíces de la vida se sumergen en las otras realidades. ¿Quién dijo que el Universo es uno solo? ¿Por qué no pensar en un multiverso al que sólo tendremos acceso cuando manejemos mejor la energía? Nunca descubrirá la vida quien cree que no necesita hacer un trabajo interior, quien considera que es suficiente tener una religión, un dogma y unos minutos de meditación.

Vivir chamánicamente significa vivir reflexivamente, saber que no se puede entender la vida desde un paradigma occidental. El guerrero chamánico dialoga con la civilización pero conserva su lucidez y su dignidad. Sabe que vivir es un proceso de observación constante, él sabe cuándo sacar su fuerza, dónde y con quién y si no es el momento, sabe guardar silencio y refugiarse en la humildad. Él maneja sus emociones, no las reprime, sabe canalizarlas y transmutarlas, conoce el momento preciso de aflorarlas sin olvidar que todo es un laboratorio de alquimia, donde lo inferior se convierte en superior. El guerrero chamánico sabe que la objetividad no existe, porque es imposible dejar de ser uno mismo, ni siquiera al observar lo que vemos afuera.

El caminante chamánico autorganiza su vida, camina sereno, siempre orientado hacia sus objetivos, él sabe a dónde va, de manera que no le influyen las críticas destructivas, ni le afecta la envidia. Sabe que sin creatividad, la vida carece de colores. Habita un consenso existencial traducido en coherencia entre lo espiritual, mental, emocional, físico, social y ecológico. Él sabe que la vida es un proceso energético, un flujo y reflujo de vibraciones, con determinado nivel vibracional y definida intención. Él sabe que la mente y el cuerpo son lo mismo de otra manera, que quien no aprende a vivir, ya empezó a morir.

“O aprendemos a vivir o nos declaramos muertos” -un día expreso el abuelo. Clausuremos el debacle existencial. Que tu libertad encaje en tu realidad. “Recuerda” -me dijo otro día-, “no hay meta, la meta es un pretexto para hacernos avanzar”. Como no podemos predecir lo que nos espera, nos preparamos para todo, sin embargo es deber de cada uno aceptar lo que no puede cambiar. ¿Seremos capaces de aprender a vivir? Si necesitas que alguien externo te motive, estás perdido.

¿Qué es chamanismo? Es ecología ancestral. Vivir es un proceso de observación constante. Nunca descubrirá la vida quien cree que no necesita hacer un trabajo interior. Es un error pensar que todo es racionalmente explicable, incluso medible. La vida no se agota en explicaciones racionales, la capacidad racional colapsa ante la fuerza de la magia. Si la vida fue vaciada de magia, chamanizar la vida es encantar nuestros días, vivir encantados es hacer magia, entonces descubriremos que el mundo es unidad autorregulada y la posibilidad de sincronizarnos con ese proceso. La magia es intrínseca a la vida. Iveshama te provee insumos para la plenitud, ésa es nuestra forma de chamanismo y nuestra manera de vivir con dignidad.

A nosotros no nos interesa un conocimiento fragmentado, desconectado del todo. Nosotros sólo podemos entender al aprendiz en relación a su contexto multidimensional y al todo. Al aprendiz lo conocemos, por la manera en que se relaciona consigo mismo, con los demás y con la Madre Tierra. Todo es Pacha. Pensamos individualmente, sentimos grupalmente y actuamos en red que nos conecta con todo y todos. Lo moderno es obsoleto, lo novedoso es lo chamánico, la realidad fluye, la vida cambia, todo está en movimiento, el modelo chamánico ahora se llama cuántico. Meditar es conocerse, reflexionar es rebelarse. Nuestros ancianos viven y piensan en otra ciencia, incomprensible para quien no está iniciado. No tiene el hombre blanco otra alternativa que aprender a vivir.





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