UNA MÁQUINA MODIFICÓ SUS RESULTADOS DE MANERA SIGNIFICATIVA CUANDO VARIOS VOLUNTARIOS PROYECTABAN SU INTENCIÓN DE MANERA CONJUNTA HACIA ELLA
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¿Un concierto de rock o el resultado de un partido de fútbol pueden tener un efecto tangible en el mundo físico? La noción de que las buenas intenciones o los estados alterados de conciencia pueden cambiar el estado de cosas a nivel material puede sonar descabellada desde un punto de vista lógico, o como un consuelo mágico, pero una investigación de Roger Nelson para el laboratorio de Investigación de Anomalías de Ingeniería de Princeton (PEAR por sus siglas en inglés) analiza 20 años de la relación mente-materia, con resultados fascinantes.
Probar el impacto –no digamos ya el “poder”– de la conciencia humana sobre el mundo no es cosa sencilla, pero desde los 90 del siglo pasado Nelson comenzó a hacer experimentos para ver si la mente podía influenciar el actuar de una máquina simple, conocida como generador de eventos aleatorios (GEA). Una máquina GEA produce ceros y unos, en un sistema binario; Nelson le pedía a los voluntarios que “dirigieran su intención” a la máquina para que esta produjera ya sea más ceros o más unos. La máquina parece haber proyectado la intención de los voluntarios a una escala mayor a la mera probabilidad.
Pero lo más interesante parece ser que la máquina era afectada de manera mucho más significativa cuando varios voluntarios proyectaban su intención de
manera conjunta –especialmente si estos tenían un vínculo emocional de algún tipo. Este vínculo podía ser personal o impersonal, como ocurre durante rituales, conciertos musicales o actividades creativas que fueran realizadas durante “situaciones mundanas o caóticas”, según el propio Nelson.
La pregunta de Nelson es: “¿Pueden producir efectos las respuestas emocionales compartidas frente a un terremoto devastador? ¿O la agitación mundial de los ataques del 9/11? ¿Y qué hay de la pasión de miles de millones de fanáticos durante una Copa del Mundo? ¿Podría ser que la alegría compartida de las grandes celebraciones evoque cambios en el comportamiento aleatorio de nuestros instrumentos?
Para resolver esa pregunta (o plantear incluso otras nuevas) Nelson ha fundado el Global Consciousness Project, a través del cual se realizan experimentos para medir el impacto de conciencia después de eventos de alcance mundial:
Hemos acumulado una desviación 7 sigma en la respuesta a nuestra pregunta básica: ¿existe una estructura en la información aleatoria durante períodos de atención compartida a eventos globales? Las probabilidades en contra del azar son de trillones a uno, pero más allá de eso, el análisis secundario muestra una estructura más extensa. Los descubrimientos sugieren profundas conexiones inconscientes entre humanos que pueden ser la fuente de las correlaciones que encontramos en información que de otro modo sería aleatoria.
El escritor Alan Moore ha desarrollado el concepto de Mindscape, donde una idea disponible para una persona también está disponible para la humanidad; desde otra perspectiva, el altercientífico Rupert Sheldrake ha analizado la resonancia grupal desde una perspectiva conductual. Pero la noción de que la intención puede cambiar el mundo está presente también en la meditación trascendental y en las aglomeraciones con fines políticos. Recordemos que un hito importante de este problema fue el primer concierto de Woodstock o el legendario festival de la isla de Wight; las marchas ciudadanas de protesta o apoyo son también la materialización de una intención colectiva que se pone literalmente en marcha.
http://pijamasurf.com/2015/07/la-conciencia-colectiva-puede-afectar-o-incluso-modificar-el-mundo-material/
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