Todo lo que siempre anhelaste ya está presente, aquí y ahora - en el último lugar en donde se te ocurriría buscar. El milagro que pone fin a todos los milagros está sucediendo, y es este momento, tal y como es, exactamente.
Sí - esto, esto es la gracia. Cada aliento. Cada sensación. Cada sonido. Eso que ya ha sido admitido. Eso que no puede bloquearse. Cada dolor, cada aburrimiento, cada desesperación, todas esas indeseables olas de tu experiencia humana, son finalmente bienvenidas para que fluyan en el espacio en donde 'tú' no estás, y nunca has estado.
Y la paradoja es esta: nada de eso podría ni siquiera tocarte nunca más, ni el más intenso de los dolores.
Y sin embargo, y sin embargo, experimentas todo eso, lo sientes con más intensidad que antes, no te atreves a bloquearlo nunca más, no te atreves a darle la espalda. ¿Quién le estaría dando la espalda, y a qué se le daría la
espalda?
Esto es la vida en toda su plenitud, sin tabúes. Entonces, ¿qué queda sino sólo gratitud? Gratitud por el hecho de que jamás ha pasado nada.
Y si no pasa nada de nuevo, sabe esto, querido amigo - has estado aquí para ser testigo del milagro de la vida. Lo has sabido. Saboreado. Sentido. Visto.
El reflejo de la luna menguante en la ventana del auto.
El sabor del agua sin gas.
La fragancia del algodón.
Las silenciosas profundidades de la meditación.
La feroz intensidad del miedo.
Los huesos de tu abuela.
Ha sido suficiente.
¡Oh, ha sido más que suficiente. Ha sido demasiado, de hecho!
Demasiada gracia. Y así, el yo separado se ha desprendido de sí mismo, y ha ido en busca de más, husmeando por un futuro que no llega y que no puede llegar.
Tú sólo te has estado buscando a ti mismo.
Asombro y maravilla, mi amigo.
Asombro y maravilla.
- Jeff Foster
(Imagen: Martin Paul)
(Imagen: Martin Paul)
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