Los criterios convencionales para calcular el valor de los servicios ecosistémicos ignoran los matices de los paisajes tropicales con gran diversidad, e incluso lo subestiman, especialmente los más lejanos de las zonas pobladas, según señalan investigadores en un informe publicado en la revista Biological Conservation.
Como resultado, las políticas destinadas a proteger las áreas donde los servicios ecosistémicostienen un elevado valor económico terminan excluyendo lugares de alta biodiversidad, a pesar de que estos son vitales para la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de las comunidades remotas, indican los autores del estudio.
"Debemos adoptar un enfoque más matizado y concentrar nuestros esfuerzos en áreas que no solo proporcionen servicios ecosistémicos, sino que también armonicen con la biodiversidad, dijo Terry Sunderland, científico principal del
Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), coautor del estudio."
EL VALOR ECONÓMICO SE CENTRA EN LAS PERSONAS
Con la creciente demanda de producción de alimentos en países tropicales, los responsables de gestionar el territorio consideran el valor de los servicios ecosistémicos para tomar decisiones. Pero la mayoría de los cálculos se basan en valores intermedios que no reflejan la gran diversificación existente en los ecosistemas tropicales, resalta el estudio.
Utilizando datos de TEEB (The Economics of Biodiversity and Ecosystems), considerada una de las más completas bases de datos sobre valor de servicios ecosistémicos, los autores mapearon y analizaron el valor económico de estos en zonas tropicales de América Latina, Asia y África.
A pesar de la suposición común de que la protección de zonas que prestan servicios ecosistémicos de alto valor también protege lugares con alta biodiversidad, los investigadores encontraron que no siempre son incorporados.
El valor económico tiende a ser más alto donde hay un gran número de personas que se benefician de un servicio, advierte Roman Carrasco de la Universidad Nacional de Singapur, también coautor del estudio. Pero por lo general, los lugares con mayor biodiversidad son bosques remotos alejados de las zonas pobladas.
La mayor biodiversidad está en bosques relativamente inalterados o prístinos: es allí donde habita el mayor número de especies, dijo Carrasco. Si hay una gran cantidad de consumidores de un servicio como el agua, este tendrá un mayor valor, pero la riqueza de especies será menor.
Para compensar esta situación, los encargados de la planificación del suelo deben incluir factores que vayan más allá del valor monetario, dijo Carrasco.
Si nos centramos únicamente en valores económicos, estaremos ignorando la biodiversidad. Esto se contrapone con el conocimiento supuesto que los ecosistemas son más homogéneos, dijo.
Los bosques biodiversos son extremadamente valiosos para las personas que viven en ellos o cerca de ellos, y que dependen de la madera, frutas, fibras, agua y otros servicios que estos prestan.
Aunque menos personas se benefician de estos servicios, ya que la población se encuentra más dispersa en zonas remotas, su dependencia de los bosques para obtener beneficios culturales y alimentos puede ser más elevada que la de los habitantes de zonas urbanas, un matiz que los cálculos no consideran, señalan Sunderland y Carrasco.
El papel de los productos forestales como una red de seguridad económica que incluye beneficios para la diversidad alimentaria, la nutrición infantil y la salud de millones de personas que viven en los trópicos es evidente, destaca el mismo estudio, mientras que la Poverty and Environment Network (PEN) (Red de Pobreza y el Medio Ambiente) dirigida por CIFOR también indica que los ingresos de los bosques y los productos forestales proveen más de la cuarta parte del ingreso familiar rural, esto es casi tanto como los cultivos.
INVALUABLE
El nuevo estudio también sugiere que los encargados de la planificación del suelo deben agregar la diversidad biológica a su contabilidad, especialmente al comparar los beneficios de laagricultura con los de los bosques, aunque aún no existe un acuerdo sobre cómo asignar un valor monetario a la biodiversidad, según advierte Carrasco.
Tenemos que tratar de cuantificar el bienestar humano, no solo el valor económico. No se trata de dejar de lado el valor monetario: tenemos que complementarlo con otros indicadores, explicó.
Eso significa cambiar los mapas generales de servicios ecosistémicos por estudios más detallados acerca de la importancia y, por lo tanto, el valor de estos para la población local, incluso en los lugares más aislados.
Un bosque amazónico es mucho más valioso para una comunidad indígena que vive en él, que para una persona de una ciudad lejana que cuenta con otro tipo de ingresos, dice.
Tenemos que considerar cuán fundamentales son estos servicios, dijo Carrasco. Si usted no puede sobrevivir sin el bosque, eso significa que el bosque es invaluable para usted.
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