Tal vez no es a la muerte a la que le tememos, sino a vivir demasiado.
Pero como el océano, como el inmenso espacio de consciencia que abraza a todas estas amadas olas, jamás podrías ser realmente destruido, porque sabes que todas ellas son sólo movimientos de ti mismo, y nunca podrías dañar tu esencia. Una ola no puede rebasar el agua, una tormenta no puede destruir el mar, una lágrima no puede hacerse llorar, y absolutamente
establecidos en este conocimiento, nos podemos expandir en lugar de contraernos, podemos abrirnos a la posibilidad de sentirnos completamente abrumados, más allá de la razón, sabiendo que en realidad nada tiene la capacidad de abrumarnos, y que si algún día alcanzamos ese punto, la inmensa, creativa y amorosa inteligencia del cuerpo nos llevaría a la inconsciencia instantáneamente.
Y entonces, podemos abrirnos sin temor tanto al dolor como a la felicidad de la vida, incorporando todo en nosotros mismos, estando seguros de que nada podría realmente abrumarnos, confiando en la inteligencia del cuerpo, de tal forma que aún los lugares más oscuros se inundarían con nuestra luz, y la pérdida se transmutaría en amor, y el dolor se transmutaría en compasión; y 'buscad y hallaréis', el más arraigado de los conceptos, se transmutaría amorosamente en 'para de buscar, pequeño niño, descansa profundamente en ti mismo, ahora, y entonces, hallaréis...'
Jeff Foster
(Imagen: le_moribond__by_indiae)
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