¿No eres acaso el imperturbable Hogar para los pensamientos, la capacidad para los pensamientos, el inmenso espacio en donde los pensamientos surgen y se disuelven como olas en el océano, como nubes en un día de verano? Tu habilidad de acoger los pensamientos conforme nacen y mueren no requiere ningún pensamiento, y eso es lo que te hace divino. Tú no eres tus pensamientos, y aún así eres inseparable de esa íntima y temporal apariencia de ti mismo.
Los pensamientos no son la verdad absoluta, son sólo apariencias transitorias en Eso, que jamás aparece. Estos van y vienen - esa es su naturaleza. Son fragmentos - sugerencias, ideas, teorías, comentarios, esperanzas, sueños, recuerdos - sin embargo, no pueden tocar la inmensidad viviente de este momento, la inmensidad de la vida, esa totalidad tan fervientemente buscada. Cada pensamiento se consume en el fuego de la Presencia. Y todos nos reencontramos en las cenizas del pensamiento.
Los pensamientos son producto del pasado. Incluso esos pensamientos se
disuelven en el silencio. Así como una ola no puede generar el Océano, el pensamiento no puede generar amor, vida, Dios. El amor es la muerte del pensamiento, y la revelación de todo lo nuevo, en cada momento.
¿Qué hay de nuevo, amigo? ¿Podrías contestar ahora, sin pensar, sin pronunciar una sola palabra?
¿No es cada aliento esa inefable respuesta?
Jeff Foster
(Imagen: A Peaceful Morning By- Greg Cope)
(Imagen: A Peaceful Morning By- Greg Cope)
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