1. Vitamina D
La falta de vitamina D es la razón primera por la cual somos más vulnerables a los virus y a las infecciones en invierno y en verano, porque esta vitamina juega un papel fundamental en la eficacia del sistema inmunitario.
El sol es nuestra principal fuente de vitamina D; en invierno, nuestra superficie de exposición disminuye y sus rayos son más débiles. Por lo tanto, es apropiado aumentar el consumo de alimentos que contengan esta vitamina: yema de huevo, pescado graso, casquería, champiñones. No te fies de los alimentos enriquecidos con vitamina D, puesto que normalmente suele tratarse de vitamina D2, menos indispensable y también menos eficaz que la vitamina D3. Si se comen con frecuencia estos alimentos, se aconseja igualmente tomar un suplemento de vitamina D3.
2. Una alimentación sana
Algunos alimentos aumentan los rendimientos inmunitarios y otros los
disminuyen. Se aconseja por lo tanto comer: ajo, cebolla, frutas, verduras crudas y de colores, zumo de limón, perejil, té verde… y beber mucha agua. Sin embargo conviene evitar el consumo en exceso de leche y de productos lácteos –la leche inhibe la acción de los bronquios, lo que favorece la acumulación de moco y de toxinas–, el alcohol –más de una copa al día–, las grasas malas, el azúcar concentrado –desfavorable para la eficacia de los glóbulos blancos– y los alimentos procesados.
De manera general, se debe evitar sobrecargar el estómago, puesto que la digestión acapara una parte de la energía de la que tiene necesidad el sistema inmunitario para su correcto funcionamiento.
3. Los omega-3
Varios de los síntomas de que el sistema inmune se resiente están relacionados con procesos inflamatorios. Sin embargo, los omega-3 son reconocidos por reducir los excesos de inflamación. Esto puede hacer la diferencia entre una congestión nasal normal y una congestión nasal grave. Si no se consume pescado graso con frecuencia, se puede optar por un suplemento en omega-3.
4. El descanso
El exceso de trabajo y la falta de sueño debilitan considerablemente nuestro sistema inmunitario y esto es lo que explica que seamos vulnerables a los virus y a las infecciones múltiples durante tales períodos. Por eso es necesario descansar lo suficiente, y particularmente si sientes que estás incubando algún mal.
5. El ejercicio físico
Evitar el sedentarismo, pero también los excesos de ejercicio, puesto que estos últimos se llevan buena parte de la energía de la que se tiene necesidad para combatir las agresiones externas. Una actividad física moderada y frecuente mejora la eficacia del sistema inmunitario, concretamente porque activa la circulación sanguínea y linfática y favorece la eliminación de toxinas.
Estas son 5 formas de proteger tu sistema inmune que puedes realizar a diario y de forma fácil. Así, serás una persona más saludable y con todo tu cuerpo funcionando al 100%. ¿A qué estás esperando?
http://www.logicaecologica.es/2014/09/16/5-formas-de-proteger-tu-sistema-inmune/
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