El medio ambiente se ha convertido en "la cuestión económica por excelencia" y la ecología y la economía no se pueden separar, asegura a EFE el antropólogo Emilio Santiago Muiño para quien "la humanidad lleva tres décadas viviendo por encima de sus posibilidades ecosistémicas".
Así lo asegura Muiño, quien acaba de publicar “Rutas sin mapas. Horizontes de transición ecosocial”, un libro en el que defiende que la sociedad requiere una transformación radical de sus modos de vida, tanto política como económicamente, para salvar al planeta.
“La sostenibilidad y la transición hacia un modelo poscapitalista no es una simple opción sino un imperativo”, asegura con rotundidad Muiño para quien “el agotamiento de los recursos fósiles y el cambio climático introducen factores de desestabilización social que marcarán las tendencias de este siglo”.
“En el que el medio ambiente se convierte en una cuestión central, con una serie de consecuencias sociales y vitales a todos los niveles”, añade.
En cuanto a las posibilidades de solución, en el libro del investigador se barajan algunas ideas “en forma de bengalas para iluminar algunos caminos y se desarrollan otras propuestas concretas para salir de la parálisis actual”.
Las posibles soluciones se articulan, según Santiago Muiño, en torno a tres ejes fundamentales, uno es el cambio del metabolismo de nuestras economías con el ecosistema, que eso tiene que ver con cuestiones como descarbonizar, es decir, cambiar la matriz de nuestra industria basada en materiales fósiles, y el rediseño de la producción en el sistema industrial”.
El crecimiento, una actividad incompatible con el sistema limitado del planeta
Pero eso, según el antropólogo, es inviable si no hay una transformación del sistema socio económico que haga posible que la sociedad funcione sin necesidad de crecer.
“El crecimiento es una actividad que se vuelve incompatible con un sistema limitado de un planetacuyos recursos agonizan”, enfatiza.
Ese cambio exige también un cambio antropológico, que sería “ese tercer eje que tiene que ver con la reinvención de una idea de felicidad, de nuestros deseos, que son los que nos motivan a emprender acciones sociales”, señaló Muiño.
“Esos serían – continuó el antropólogo- básicamente los tres ejes para un cambio de metabolismo sociológico y ecológico, que se necesitarían para que la transformación del sistema social fuera compatible con un consumo energético más austero, y para ello se necesitaría un cambio cultural”.
“Tenemos un déficit de conciencia muy profundo”
“Creo que tenemos un déficit de conciencia muy profundo, porque -indicó el antropólogo-, si a la gente de la calle le preguntas qué ministerio en más importante, el de Medio Ambiente o el de Economía, contestarán que Economía, sin entender que ambas cosas van juntas y que la cuestión medioambiental se ha convertido en la cuestión económica por excelencia”.
Si hubiera conciencia, Emilio Santiago Muiño no dudó en que “podríamos mejorar todo lo demás, pero el problema es que a veces existen inercias, fetiches y todo tipo de comportamientos englobados en la irracionalidad colectiva, además de intereses creados para que “nada cambie y que luchan por permanecer, y eso genera conflictos”.
Sin embargo, el autor de “Rutas sin mapa” aseguró que tiene mucha esperanza, “el panorama es sombrío, pero creo que no se puede dar por sentado ningún tipo de desenlace, por lo que hay que cultivar la esperanza casi con tenacidad”.
Porque, como Emilio Santiago Muiño concluyó, esa es “la única musa que nos puede inspirar para hacer los cambios que necesitamos. La gente se moviliza mucho más por la esperanza que por el miedo y, por tanto, conviene, aunque sea tácticamente, mantenerla”.
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