No. No. No ‘te’ deja en ningún lado, porque no hay ningún ‘tú’, no hay ningún ‘yo’ que sobreviva de un momento a otro.
El despertar no es PARA el yo, más bien, hay un despertar DEL yo; se despierta de sus anhelos, de sus culpas, de sus expectativas, de sus ideales imposibles y de todos sus conceptos acerca de la felicidad. Y de sus sueños del despertar, también.
De su resistencia al momento presente. De su anhelo por un amor que no puede conocer. De su lucha en contra de ‘lo que es’.
No te conviertes en algo nuevo, al despertar; te colapsas en lo
que siempre fuiste. Entero. Libre. Completo. Y en la capacidad para toda la alegría y el dolor del mundo, y toda su agonía y éxtasis, toda su felicidad y aburrimiento, toda su certeza y toda su duda.
Tu hogar no está en el tiempo, amigo; está en la presencia.
Y tu destino nunca fue un destino para ti; siempre fuiste Tú, el lugar en donde nace la respiración, el Corazón de este momento.
- Jeff Foster
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