De acuerdo con las teorías tradicionales y aceptadas de la percepción, la gente tiene un modelo completo de una escena que se crea a partir de diversos puntos de vista. Con el fin de detectar un cambio, uno debe ser capaz de relacionar la imagen antes del cambio con la imagen después del mismo, algo que no resulta tan sencillo como parece.
Como muestra de nuestra incapacidad para hacer comparaciones entre dos escenas, sirva el siguiente video, que fue usado por el ayuntamiento de Londres en una campaña para prevenir el atropello de ciclistas. Quienes no controlen el idioma, no se preocupen, es lo de menos:
Un reciente estudio de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Santiago de Compostela, publicado en el Journal of Cognitive Neuroscience, analiza en qué momento preciso falla algo en el proceso mental que inhabilita la detección de los cambios. Según los investigadores, la ceguera comienza incluso antes de que se produzca el propio cambio. Como parte del trabajo, los investigadores lograron además identificar
patrones de actividad cerebral que permiten anticipar si una persona será capaz de detectar variaciones en su entorno:
Para estudiar la actividad del cerebro durante el proceso de detección de cambios, los investigadores registraron la actividad cerebral electroencefalográfica (EEG) de un grupo de voluntarios. Estos, tras disponerse a encontrar cambios en una secuencia de dos imágenes consecutivas presentadas en la pantalla de un ordenador, fueron incapaces de detectar aproximadamente un 30% de los cambios que presenciaron.
Para los investigadores este porcentaje es sorprendentemente alto, ya que los participantes no sólo sabían que era muy probable que surgiese un cambio, sino que además las imágenes en las que debían buscarlos eran relativamente simples —a diferencia de lo que ocurre en la vida cotidiana, donde los cambios son por lo general inesperados y las escenas de una gran complejidad—.
Pero los resultados más llamativos del estudio surgieron a la hora de analizar la actividad cerebral. Los investigadores observaron que el proceso que conducía a la imposibilidad de detectar los cambios comenzaba antes de que estos tuviesen lugar. De este modo, la actividad del EEG permitía anticipar si serían detectados o no. Igual de sorprendente fue para los investigadores identificar que el fallo en la detección de cambios se producía en aquellas imágenes que, a juzgar por la actividad cerebral, parecían recibir mayores recursos de procesamiento.
Por último, los investigadores hallaron que, independientemente de que el cambio hubiese sido detectado o no, la actividad del EEG indicaba que éste había sido registrado en cierta medida por el cerebro.
(Fuente: SINC)
A veces resulta difícil detectar los cambios…
Resulta significativo el hecho de que el cerebro registre todos los cambios y que, sin embargo, no seamos conscientes de ellos, puesto que previamente ya se han disparado los mecanismos que bloquearán su reconocimento “lúcido”. Todo lo cual dice mucho sobre la manera en que nuestro cerebro calcula la importancia y utilidad de la información antes de decidir usarla o no. De la misma forma, debería hacernos reflexionar sobre cuánto hemos de confiar en la imagen que nos hacemos de la realidad.
Imagen que se ve distorsionada desde su mismo origen, el biológico, pues dependemos de unos sentidos de sobra insuficientes para aprehender la realidad. Como ejemplo, basta pensar en el espectro electromagnético y la pequeñísima porción que captamos del mismo debido a la falta de receptores biológicos que estén sintonizados con las demás frecuencias.
Así, ya de entrada, señales como las de radio, de teléfonos móviles, de televisión o de cualquier otra frecuencia nos atraviesan continuamente sin que seamos capaces de captarlas. Por lo tanto, no existen para nuestra conciencia.
Nuestra realidad es una porción muy particular del mundo que se puede ver y, consecuentemente, una porción muy pequeña del mundo que se pueda imaginar y pensar. Un ejemplo muy significativo lo encontramos en las imágenes que los telescopios de infrarrojos, gamma o rayos X captan del universo. Sólo tenemos que comparar la imagen que estos aparatos nos ofrecen de una nebulosa con el tradicional negro que percibimos mediante luz visible.
Pero volviendo al caso que nos ocupa, ni siquiera la realidad que perciben nuestros sentidos puede ser tomada como tal, ya que, como hemos visto, esta pasa por un procesamiento antes de que lleguemos a ser conscientes de la misma. Según la neurología, el cerebro es un órgano muy preocupado por ahorrar energía.
Para ello, recibe unas cuantas señales eléctricas procedentes de los órganos sensoriales y las convierte en patrones con los que trabajar, de forma que, establecido un patrón, predice lo que viene a continuación sin necesidad de seguir atento a lo que realmente reciben los sentidos. No se preocupa por lo que realmente están recibiendo los ojos, los oídos y el resto de órganos sensoriales, sino que entra en fase automática.
Mientras esta forma de trabajar funcione, no hay motivo para que la conciencia entre en acción y consuma energía en tales asuntos. Es así como se explica por qué podemos conducir pensando en otras cosas y no recordar absolutamente nada sobre señales, semáforos y cruces, aunque evidentemente los hemos respetado. Si no, difícilmente habríamos llegado a nuestro destino…
En un intento de usar un vocabulario lo más aséptico posible, los estudios suelen hablar de este fenómeno como un sistema cognoscitivo automático y otro controlado, o como explica el psicólogo y economista Daniel Kahneman,sistema Uno y sistema Dos:
"El sistema Uno es increíblemente rápido, lo que nos permite reconocer rostros y entender el habla en una fracción de segundo. Debe de haber evolucionado a partir de los cerebros antiguos y pequeños que permitieron a nuestros antepasados mamíferos sobrevivir en un mundo de grandes depredadores reptiles. La supervivencia en la selva requiere de un cerebro que toma decisiones rápidas basadas en información limitada. La intuición es el nombre que damos a los juicios en base a la rápida acción de un sistema. No hace juicios y toma decisiones sin esperar a que nuestra percepción consciente se ponga al día. El hecho más notable acerca de sistema Uno es que tiene acceso inmediato a un gran almacén de recuerdos que se utilizan como base para la toma de decisiones. Los recuerdos más accesibles son los relacionados con las emociones fuertes, con el miedo, el dolor y el odio. Los juicios resultantes son a menudo erróneos, pero en el mundo de la selva es más seguro estar errado y ser rápido que tener razón y ser lento.
El sistema Dos es el lento proceso de formación de juicios basados en el pensamiento consciente y el examen crítico de las pruebas. Se evalúa la actuación de un sistema. Nos da la oportunidad de corregir errores y revisar opiniones."
(Fuente: The N.Y. Review of Books)
¿Por qué no abandonar el sistema Uno propenso a errores y dejar que el sistema más fiable Dos rija nuestra vida? Como se ha visto, activar el sistema Dos requiere un esfuerzo mental, el cual resulta costoso en tiempo y también en calorías. Nuestro instinto de supervivencia no lo permite.
Nuestro cerebro es, por tanto, un procesador de múltiples fenómenos inconscientes que, de forma natural, actúa así, inconscientemente. Establece unos patrones según lo que recibe y los compara con otros ya almacenados. Entonces, inicia una respuesta según lo que hay programado en su memoria.
Todo lo cual permite que este sistema automático nos engañe con facilidad, sobre todo ante situaciones nuevas que no valora como tales, y por tanto las resuelve igual que resolvía las antiguas. Es el caso del vídeo que veíamos al principio del artículo. ¿Dónde queda nuestro supuesto libre albedrío si ni siquiera tenemos el control de las más básicas respuestas frente al medio que nos rodea? ¿Realmente estamos tan despiertos como nos gusta creer?
La creatividad no es una forma natural de comportamiento, y requiere de un enorme esfuerzo voluntario por parte del individuo actuar conforme a ella, discerniendo los patrones automáticos y enfrentándolos en una toma consciente de decisiones.
Pero tales patrones automáticos no sólo responden a un obstáculo biológico. El fenómeno cultural y los implantes sociales son otra barrera muy difícil de superar para cualquiera que pretenda actuar “libremente”, si es que tal cosa fuera posible…
Pero de ello, por el impedimento social que rechaza los artículos extensos, nos ocuparemos en otra entrada…
http://www.erraticario.com/ciencia/ilusion-de-realidad-la-ceguera-al-cambio/
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