5 de enero de 2014

EL MUNDO DE LO OCULTO ESTÁ MÁS ALLÁ DE NUESTROS OJOS


La visión humana puede ser en abundantes aspectos superior a la del resto de seres vivos. Puede que no sea la mejor posible pero, sin duda, es la más eficaz para la tarea que desarrolla. Ahora tratemos de imaginar una visión más perfecta que la nuestra. ¿Cuantas cosas de la realidad que nos envuelve se nos escapan por no ser capaces de visualizarlas? Aquí los filósofos se preguntarían cómo debe de ser realmente el Mundo. Yo quisiera preguntarme qué clase de cosas no somos capaces de ver.

EL EMPLEO DE NUESTROS SENTIDOS

Cuando nos situamos en un punto cualquiera y miramos a nuestro alrededor somos capaces de percibir mucha información a través de la vista. Bien sabemos que no se trata del único sentido que nos permite conocer (?) el mundo que nos envuelve, pero se trata seguramente del canal por el que recibimos una mayor cantidad de información.
Es sabido que el uso continuo que hacemos de nuestros ojos hace que el resto de los sentidos se “acomoden” y trabajen menos. ¿Qué ocurre cuando cerramos los ojos y tratamos de agudizar, por ejemplo, el oído? Una cantidad antes ignorada de sonidos llegan hasta nuestros tímpanos, resonando con acústicas distintas. Todos esos sonidos no han aparecido por arte de magia, siempre han estado ahí. El problema es que no les habíamos prestado ninguna atención por haber considerado -siempre de forma inconsciente- que no eran importantes.
Esta información ha sido desaprovechada no por tener
unos sentidos mal desarrollados sino por hacer un uso incorrecto de ellos. Lo realmente inquietante es pensar en la gran cantidad de cosas que no somos capaces de percibir cuando usamos tan rudimentarias herramientas como son nuestros sentidos.

DISTINTAS VISIONES DE UN SOLO MUNDO

Nosotros nos vemos invadidos por la creencia de que el mundo, la realidad que nos rodea, es tal y como la vemos: la hierba es verde, el cielo azul, el carbón negro. Pero sin la luz estas cosas no serían percibidas así. Es más, con una luz diferente todo cambia de aspecto.
Visualicemos un paisaje campestre cuando esta empezando a amanecer. Ahora avancemos unas horas y veamos cómo sería al mediodía, cuando el sol brilla con más intensidad. Las tonalidades han cambiado notablemente, al igual que lo harán durante el atardecer, cuando el sol se convierte en una esfera rojiza que va perdiendo su fulgor. Y ya no digamos durante una noche clara, donde las estrellas y una hermosa luna llena iluminan el relieve. A pesar de percibir cada uno de los elementos que conforman dicho paisaje con tonalidades distintas, allí nada ha cambiado.
Se trata de un ejemplo bastante sencillo y que, en principio no debería asombrarnos. Después de todo estamos tan acostumbrados a que esto ocurra que apenas le prestamos atención. Hablemos ahora de los demás animales. Muchos mamíferos sufren lo que nosotros llamaríamos deficiencias en su visión. Unos ven en blanco y negro, otros no perciben imágenes nítidas y unos pocos, como los murciélagos, emplean las ondas sonoras para poder “ver”. ¿Nos hemos preguntado alguna vez cómo deben ver estos seres el mundo en el que se hallan? Lógicamente creerán que viven en un lugar totalmente distinto del que creemos habitar nosotros. Pero en realidad el mundo es el mismo en todos los casos, sólo que percibido de modos distintos. Igual le ocurría a aquellos alienígenas del clásico de ciencia-ficción La guerra de los mundos, o al que, en la película Depredador, empleaba la visión térmica para perseguir a sus presas.

REALIDADES OCULTAS

No puedo evitar que vuele mi imaginación acerca de cuánto nos estamos perdiendo de nuestro mundo. Tantas cosas que deben estar ahí fuera, y tantas formas distintas de percibirse cada una… Somos incapaces de sentirlas pero deben de existir, a su modo. Demasiado arrogante y egocentrista sería el creer que nuestros sentidos son tan perfectos que nada puede escapar a ellos. Me niego rotundamente a aceptarlo. El ser humano no es tan poderoso y sus capacidades sensoriales distan mucho de la perfección. Quien sabe si con el tiempo evolucionaremos de modo que se nos abran nuevas ventanas hacia lo desconocido, a través de las cuales podamos acercarnos más a esa visión objetiva y trascendental que, a pesar de tenerla frente a nuestras narices, somos incapaces de disfrutar.
Llegados a este punto del informe, deberíamos preguntarnos si todos nosotros percibimos el mismo número de cosas. No vamos a adentrarnos por caminos filosóficos ni trataremos de encontrar nuevas teorías de la realidad ya que ese no es el objetivo de este escrito. Lo que trato de analizar es si existen algunas personas con poderes extrasensoriales capaces de acercarse un poco más a esas realidades que, para la gran mayoría, permanecen ocultas. Me refiero a los denominados sensitivos.

CONTACTO CON OTRAS REALIDADES

¿Se trata de farsantes? ¿Pueden esas personas sentir cosas que están por encima de nosotros? ¿Son capaces de entrar en contacto con espíritus o entidades trascendentes a la humanidad? ¿Cómo debemos clasificarlos? ¿Tal vez como charlatanes mentirosos? ¿Quizá como locos? ¿O simplemente como lo que dicen ser, sensitivos?
Habiendo demostrado que el ser humano es incapaz de percibir el cien por cien de lo que le rodea (sinceramente dudo muchísimo que captemos una buena parte de todo ello) ¿por qué debería extrañarnos que algunas personas, por el motivo que sea, hayan sido capaces de desarrollar facultades que les permiten acercarse más a esa realidad?
No olvidemos que para que la percepción pueda llevarse a cabo, la información recibida debe procesarse en nuestro cerebro, del cual empleamos, como bien es sabido, una miserable parte. Tantas posibilidades permanecen ocultas en lo más profundo de nuestro ser… Tal vez algún lejano día podamos desarrollar esas facultades que ahora nos sorprenden y nos hacen pensar en ciencia-ficción. Pero para algunos, ese día podría haber llegado ya.
Gente capaz de sentir emociones en ciertos lugares conflictivos, capaz de ver cosas que para nosotros parecen inexistentes, incluso capaces de contactar con entidades inmateriales que, según afirman ellos, nos acompañan en nuestro arduo camino. No seamos inquisidores. No etiquetemos de chiflados a todos esas personas. Bien sabemos que allí fuera puede haber cualquier cosa, por increíble que nos parezca. Nos encontramos encerrados en una habitación, a oscuras. Algunos de los nuestros, por el medio que sea, han logrado encender una pequeña luz con la que son capaces de orientarse en esa densa oscuridad. Ellos son capaces de ver, de sentir. Démosles una oportunidad. Analicemos científica y objetivamente estos casos. Demos el primer paso hacia ese nuevo mundo lleno de misterios todavía no soñados por ningún hombre. De nosotros depende, en ello nos jugamos el conocimiento del mundo en el que vivimos, en su esencia más pura… y quien sabe si también nuestra propia evolución.

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