13 de octubre de 2015

Tú eres el infierno y el cielo también



El conjunto de lo que somos como personas es mucho más de lo que mostramos, y mucho más de lo que creemos de nosotros mismos. Nuestras luces y sombras forman parte de un todo al que pertenecemos.

¿Qué son nuestras sombras? Nuestras sombras son nuestro infierno personal, aquello que no queremos reconocer de nosotros mismos, lo que nos empeñamos en ocultar. Los no debería, no tendría, no me permito.

Conductas, pensamientos y emociones que nos resultan inadecuados, inaceptables e inadmisibles. Todo aquello que aprendemos en nuestra cultura que no podemos ser, lo que reprimimos; lo que juzgamos y reprochamos de los demás.

Nos esforzamos por mostrar solo una parte de nosotros, rechazando así lo que no queremos aceptar que también somos. Lo que supone un desgaste de energía que acaba volviéndose en nuestra contra.
“Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad.”
-Carl Jung-


El mundo no se compone solo de luz

Creemos que nuestra fortaleza radica en sacar a relucir nuestro aspecto más

amable y alegre. Mostrándonos con una constante sonrisa y una predisposición continua de estar disponible para los demás.

No en todas las situaciones podemos permanecer así. En muchas circunstancias se vuelve necesario manifestar nuestra tristeza, nuestra rabia, nuestro malestar, nuestro enfado y todos los aspectos que resultan “negativos” socialmente.

Al reprimir estos estados que se revelan en nosotros de forma natural y espontánea, respondiendo a una serie de experiencias vitales, estamos negando la expresión de nuestro ser.

Consiguiendo así, que estos aspectos adquieran una mayor intensidad, para que acaben por revelarse de una forma inadecuada y desproporcionada.

Un ejemplo: cuando hemos acumulado mucho malestar, y se produce una situación cualquiera en la que explotamos finalmente, y lo descargamos todo ahí, hacia una situación y una persona en concreto.

Cuando esto sucede tiene unas consecuencias desagradables, y además se queda instalado un sentimiento de culpabilidad por haber reaccionado de forma desproporcionada.

Aceptando nuestra sombra

Ante la culpabilidad generada, por nuestra expresión desproporcionada de una conducta que rechazamos; tendemos a echar el cerrojo a ese comportamiento pretendiendo que no vuelva a manifestarse.

Lo que no comprendemos es que así estamos alimentando, precisamente, que se exprese de forma desproporcionada ante cualquier situación.

Si somos capaces de tomar conciencia de este proceso, estamos dando un paso para la aceptación de nuestra sombra. De aquello que no queremos reconocer que también somos y forma parte de nosotros.
Para que exista la luz es necesario reconocer la sombra, de forma que pueda haber un equilibrio, y no un péndulo que vaya pasando de un extremo a otro en nuestro repertorio; a nivel de pensamientos, emociones y conductas

Dejarme “ser” sin esfuerzo, con naturalidad; para poder completarme. En la aceptación despertamos nuestra conciencia, para abrirnos a la experiencia de descubrirnos y amarnos tal y como somos.

La fusión de los opuestos

Así es como está formado nuestro mundo, con la fusión de los opuestos, la dualidad del todo y la nada, de la vida y la muerte.

Al aceptar que nosotros estamos hechos de estos opuestos, reconociendo todo aquello que evitamos ser y rechazamos de los demás. Estamos en una disposición de ser más humanos; adquiriendo una comprensión y respeto hacia las personas que nos causan rechazo.

Pasamos del juicio a la comprensión, tanto como para nosotros mismos como para las personas que nos rodean. Y esto supone un despertar a la armonía, un equilibrio de los opuestos

No existe lo bueno y lo malo, existe la integración de los polos, el equilibrio de esa relación.

Cuando estamos en conflicto con uno de nuestros aspectos, por ejemplo: bajo el mandato “soy una persona responsable no me puedo permitir ser de otra manera” mantenernos siempre así resulta agotador y puede llegar un momento en el que de forma inevitable nos vayamos al otro extremo.

Una vez que sanamos el conflicto con uno de nuestros polos entonces permitimos la integración y la posibilidad de equilibrar, para no caer en lo desproporcionado. Para ser y dejarnos ser.
“Si sufres es por ti, si te sientes feliz es por ti, si te sientes dichoso es por ti. Nadie más es responsable de cómo te sientes, solo tú y nadie más que tú. Tú eres el infierno y el cielo también.”
-Osho-


Imágenes cortesía de Amanda Cass


http://lamenteesmaravillosa.com/infierno-cielo-tambien/

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