Martín Chavez, tarahumara.
Según Christopher Mc Dougall, autor del libro "Nacidos para correr", siempre pasan cosas curiosas cuando de correr se trata.
Un ejemplo es el que ocurrió en el maratón de Nueva York. Una etíope llamada Derartu Tulu decidió correr, a pesar de que hacía unos pocos meses casi muere al dar aluz. Pero decidió jugársela. Desgraciadamente, Paula Radcliffe, la maratoniana más rápida de la historia, también participaba. De repente, en los últimos kilómetros de la carrera, Radcliffe se agarra la pierna y retrocede. Tulu, también retrocede, le agarra del hombro y le dice "venga, vamos, puedes hacerlo" por lo que Radcliffe acelera el ritmo y alcanza la cabeza. En un momento, vuelve a retroceder, y Tulu vuelve a tirar de ella, pero ésta le suelta y le dice "Estoy fuera. Vete!" Así que le hace caso: Derartu
Tulu acelera y gana el maratón de Nueva York.
Sólo hace 20 años que las mujeres participan en los maratones (la medicina llegó a decir que si una mujer corría 40 km, se les desgarraría el útero). Emily Baer se apuntó a una carrera llamada "Hardrock 100", son 160 km en 48 horas. Emily Baer llegó en octavo lugar, aun habiendo parado en los puestos de abastecimiento para amamantar a su bebé. Aun así, venció a 492 personas.
En la Universidad de Utah empezaron a estudiar los tiempos de algunos maratonianos. Lo que descubrieron fue que si empiezas a correr maratones a los 19 te irás haciendo más rápido año tras año hasta alcanzar a los 27 tu marca máxima. Después de eso, te vas haciendo más lento hasta que vuelves a tener la misma marca que tenías a los 19, pero nos lleva mucho más tiempo, 45 años. Es decir, los hombres y mujeres de 60 años corren tan rápido como cuando tenían 19.
Sobrevivimos como una manada de cazadores. Cualquier otro animal es más fuerte y veloz que nosotros: tienen colmillos, garras, son ágiles, son veloces. Así que, ¿cómo los cazábamos? una de las cosas que verdaderamente hacemos bien es sudar. Sudamos muy bien. Sudamos estupendamente, mejor que cualquier otro animal en la tierra. Corremos largas distancias bajo un calor abrasador estupendamente. Un caballo en un día caluroso y después de 8 o 10 km tiene que elegir: o respira o transpira y se enfría, pero no ambas. Nosotros sí podemos. La segunda ventaja biológica, o mejor dicho cultural, es la estrategia, el arte.
Hoy día hay una subcultura cada vez más grande de corredores descalzos que se han deshecho de sus deportivas y se les va el estrés, las lesiones y las molestias, y descubren lo placentero de correr.
Los tarahumara lo han sabido siempre: correr es parte de la vida y puede ser muy placentero. Con 70 u 80 años no corren maratones, ¡sino megamaratones! No andan 40 km, sino 120 km o 200 km en un día, sin ninguna lesión ni problema. Los tarahumaras pueden correr tres días sin parar, sin zapatillas deportivas. En 1994, Juan Herrera, rompió el record Guiness en los 160 km de la ultra maratón de Los Angeles, California. Hay ancianos tarahumaras que corren y ganan competiciones de más de 100 km. Es el caso de Sinielo Chacarito, campeón de la maratón de California en 1997, que se impuso a un joven marino estadounidense que había ganado las tres versiones anteriores.
Los científicos quisieron saber porqué después de 4 horas ininterrumpidas de carreras ninguno jadeaba, pero no encontraron ninguna anomalía en su respiración ni en sus pulmones.
Quizás el misterio esté en que la verdadera dura carrera es la vida misma, y ellos lo saben bien.
Los tarahumaras son un grupo indígena que habita en Chihuahua, con una población estimada de 110.000 personas. Realmente se llaman rarámuri, que significa «el de pies ligeros».
Cuando llegaron los españoles a la región, los misioneros trataron de agruparlos alrededor de las misiones que fundaron con la intención de catequizarlos y de que sirvieran de mano de obra en minas y haciendas; los tarahumaras reaccionaron de forma violenta y se enfrascaron en luchas por su territorio durante el siglo XVII. Al ser derrotados decidieron replegarse a las zonas más remotas de la sierra, donde hasta la fecha conservan su cultura.
Se dedican a cultivar maíz, frijol, calabaza, chícharo, como lo han hecho durante siglos. Aunque reservado, solitario y aislado, el rarámuri es atento y ceremonioso, y gozan de una fortaleza física envidiable.
El antropólogo Eduardo Gotés, que lleva 30 años haciendo trabajo de investigación en la zona, explica que la mayoría de los tarahumaras están distribuidos en un territorio de 30 mil kilómetros cuadrados, en una región montañosa con barrancas y montañas que van desde los 3.000 hasta los 500 metros sobre el nivel del mar. Por lo tanto, hay mucha movilidad y poca concentración de población. Por lo mismo, no hay centros de poder sino que hay unidades habitacionales pequeñas, distanciadas unas de otras. Pero hay redes por relaciones de parentesco y de intercambio a través de las cuales se apoyan unos a otros. A este apoyo le llaman kórima. Según Gotés, los rarámuri están acostumbrados a moverse a buscar oportunidades y recursos, ya sea en las ciudades o dentro de su mismo territorio sin que esto afecte su cultura, costumbres y tradiciones.
Para divertirse los hombres juegan la carrera de bola o rarajipa, consiste en correr e ir pateando una bola de madera dando vueltas de un extremo a otro en un espacio delimitado; gana el que da más vueltas. Lo usual es que la competencia dure todo un día y una noche, pero puede prolongarse por tres días en distancias que pueden ir de los 80 a los 160 kilómetros. Toda la comunidad apoya y ayuda a sus competidores: les llevan agua y pinole, iluminan su camino durante la noche con ocotes encendidos, les echan porras, e incluso corren con ellos a lo largo de toda la ruta.
También las mujeres son fuertes y caminan grandes distancias; colaboran en actividades agrícolas de siembra, barbecho y recolección de la cosecha, además de cocinar y cuidar a sus hijos. Las mujeres tienen la ariweta, un juego de dos equipos donde van aventando un aro de tela con un palito de madera, también dando vueltas. Fue una mujer tarahumara, María Salome, la que ganó con amplia ventaja el medio maratón de OXXO, con vestido y chanclas.
Pero la verdadera carrera de las mujeres tarahumara no acaba aquí. Carmen Palma Cobos se armó de valor para salir a las comunidades a decirles a las mujeres que la violencia de género no es "normal". Ella y otras 19 mujeres víctimas tarahumara, las llamadas "Multiplicadoras", caminan kilómetros de bosque, llanuras y serranías, para apoyar e informar. "Es difícil, porque la mujer que es violentada no se acerca, como que todo lo esconde, entonces tenemos que ganarnos la confianza y tenemos que ver que algo le está pasando, tenemos que buscarla”
También hay otro asunto que obstaculiza su vida y tradiciones, la ignorancia internacional.Hace unos meses se divulgó en las redes sociales y en otros muchos medios que “se estaban muriendo de hambre”, supuestamente por la sequía. Margarita Warnholtz Locht, etnóloga, explica que, al difundirse la noticia, les mandaron hasta “media tonelada de zapatos”,"zapatos que deben haber vendido o han de estar tirados en el fondo de las barrancas, pues no creo que sirvieran para caminar por el terreno empinado y pedregoso de la región, (cuando fui por allá, ni con tenis la hacía yo, ahora imagínense con unos zapatos de tacón…)".
Es cierto que desde 1995 ha decaído mucho la producción de maíz y frijol, en algunas zonas se sufre por el agua, por no poder cosechar alimentos, y aquellos alimentos que se logran cosechar están alterados genéticamente y ya no nutren como antes... Pero la base del problema es otro.
"El pueblo rarámuri desde los tiempos antiguos ha tenido una relación cercana al bosque, a la naturaleza... ¿cómo muchos pueden decir que la naturaleza forma parte de nosotros? Es al revés, nosotros formamos parte de ella." asegura Martín Chavez, líder rarámuri presidente de "Consejo Eco regional Sierra Tarahumara A.C.
"Hay mucho que aprender de la naturaleza; si pudiéramos respetar cada árbol... pero como uno no se respeta a si mismo, como va a respetar a los demás"
"Uno va aprendiendo de lo que va viendo en el camino, aprenderíamos más si pudiéramos interpretar lo que nos dice un hermano árbol, falta mucho que aprender de los recursos naturales, los árboles lloran yo lo he visto. He visto cuando cortas leña verde del encino, en la vena más profunda le sale un líquido tipo agua, los mayores explican que esa es su sangre. Se ha perdido el gran respeto que debe haber a madre tierra. Conozco un poeta que decía que aquellos árboles que se han talado fueron lastimados por aquellos que tienen hambre de dinero..."
Y la carrera continúa.
Fuentes:
http://www.hostalestarahumaras.com/tarahumaras.html
http://www.animalpolitico.com/blogueros-codices-geek/2012/09/07/y-los-tarahumaras/
http://todoespolitica.com.mx/revista/todo022012/
http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/literatura/la-increible-historia-de-la-tribu-de-los-mejores-corredores-del-mundo_U30v4cdPqW0Nwb4BZP2du1/
http://www.ted.com/talks/christopher_mcdougall_are_we_born_to_run.html
http://www.excelsior.com.mx/2013/01/06/nacional/877908
Un ejemplo es el que ocurrió en el maratón de Nueva York. Una etíope llamada Derartu Tulu decidió correr, a pesar de que hacía unos pocos meses casi muere al dar aluz. Pero decidió jugársela. Desgraciadamente, Paula Radcliffe, la maratoniana más rápida de la historia, también participaba. De repente, en los últimos kilómetros de la carrera, Radcliffe se agarra la pierna y retrocede. Tulu, también retrocede, le agarra del hombro y le dice "venga, vamos, puedes hacerlo" por lo que Radcliffe acelera el ritmo y alcanza la cabeza. En un momento, vuelve a retroceder, y Tulu vuelve a tirar de ella, pero ésta le suelta y le dice "Estoy fuera. Vete!" Así que le hace caso: Derartu
Tulu acelera y gana el maratón de Nueva York.
Sólo hace 20 años que las mujeres participan en los maratones (la medicina llegó a decir que si una mujer corría 40 km, se les desgarraría el útero). Emily Baer se apuntó a una carrera llamada "Hardrock 100", son 160 km en 48 horas. Emily Baer llegó en octavo lugar, aun habiendo parado en los puestos de abastecimiento para amamantar a su bebé. Aun así, venció a 492 personas.
En la Universidad de Utah empezaron a estudiar los tiempos de algunos maratonianos. Lo que descubrieron fue que si empiezas a correr maratones a los 19 te irás haciendo más rápido año tras año hasta alcanzar a los 27 tu marca máxima. Después de eso, te vas haciendo más lento hasta que vuelves a tener la misma marca que tenías a los 19, pero nos lleva mucho más tiempo, 45 años. Es decir, los hombres y mujeres de 60 años corren tan rápido como cuando tenían 19.
Sobrevivimos como una manada de cazadores. Cualquier otro animal es más fuerte y veloz que nosotros: tienen colmillos, garras, son ágiles, son veloces. Así que, ¿cómo los cazábamos? una de las cosas que verdaderamente hacemos bien es sudar. Sudamos muy bien. Sudamos estupendamente, mejor que cualquier otro animal en la tierra. Corremos largas distancias bajo un calor abrasador estupendamente. Un caballo en un día caluroso y después de 8 o 10 km tiene que elegir: o respira o transpira y se enfría, pero no ambas. Nosotros sí podemos. La segunda ventaja biológica, o mejor dicho cultural, es la estrategia, el arte.
Hoy día hay una subcultura cada vez más grande de corredores descalzos que se han deshecho de sus deportivas y se les va el estrés, las lesiones y las molestias, y descubren lo placentero de correr.
Los tarahumara lo han sabido siempre: correr es parte de la vida y puede ser muy placentero. Con 70 u 80 años no corren maratones, ¡sino megamaratones! No andan 40 km, sino 120 km o 200 km en un día, sin ninguna lesión ni problema. Los tarahumaras pueden correr tres días sin parar, sin zapatillas deportivas. En 1994, Juan Herrera, rompió el record Guiness en los 160 km de la ultra maratón de Los Angeles, California. Hay ancianos tarahumaras que corren y ganan competiciones de más de 100 km. Es el caso de Sinielo Chacarito, campeón de la maratón de California en 1997, que se impuso a un joven marino estadounidense que había ganado las tres versiones anteriores.
Los científicos quisieron saber porqué después de 4 horas ininterrumpidas de carreras ninguno jadeaba, pero no encontraron ninguna anomalía en su respiración ni en sus pulmones.
Quizás el misterio esté en que la verdadera dura carrera es la vida misma, y ellos lo saben bien.
Los tarahumaras son un grupo indígena que habita en Chihuahua, con una población estimada de 110.000 personas. Realmente se llaman rarámuri, que significa «el de pies ligeros».
Cuando llegaron los españoles a la región, los misioneros trataron de agruparlos alrededor de las misiones que fundaron con la intención de catequizarlos y de que sirvieran de mano de obra en minas y haciendas; los tarahumaras reaccionaron de forma violenta y se enfrascaron en luchas por su territorio durante el siglo XVII. Al ser derrotados decidieron replegarse a las zonas más remotas de la sierra, donde hasta la fecha conservan su cultura.
Se dedican a cultivar maíz, frijol, calabaza, chícharo, como lo han hecho durante siglos. Aunque reservado, solitario y aislado, el rarámuri es atento y ceremonioso, y gozan de una fortaleza física envidiable.
El antropólogo Eduardo Gotés, que lleva 30 años haciendo trabajo de investigación en la zona, explica que la mayoría de los tarahumaras están distribuidos en un territorio de 30 mil kilómetros cuadrados, en una región montañosa con barrancas y montañas que van desde los 3.000 hasta los 500 metros sobre el nivel del mar. Por lo tanto, hay mucha movilidad y poca concentración de población. Por lo mismo, no hay centros de poder sino que hay unidades habitacionales pequeñas, distanciadas unas de otras. Pero hay redes por relaciones de parentesco y de intercambio a través de las cuales se apoyan unos a otros. A este apoyo le llaman kórima. Según Gotés, los rarámuri están acostumbrados a moverse a buscar oportunidades y recursos, ya sea en las ciudades o dentro de su mismo territorio sin que esto afecte su cultura, costumbres y tradiciones.
Para divertirse los hombres juegan la carrera de bola o rarajipa, consiste en correr e ir pateando una bola de madera dando vueltas de un extremo a otro en un espacio delimitado; gana el que da más vueltas. Lo usual es que la competencia dure todo un día y una noche, pero puede prolongarse por tres días en distancias que pueden ir de los 80 a los 160 kilómetros. Toda la comunidad apoya y ayuda a sus competidores: les llevan agua y pinole, iluminan su camino durante la noche con ocotes encendidos, les echan porras, e incluso corren con ellos a lo largo de toda la ruta.
También las mujeres son fuertes y caminan grandes distancias; colaboran en actividades agrícolas de siembra, barbecho y recolección de la cosecha, además de cocinar y cuidar a sus hijos. Las mujeres tienen la ariweta, un juego de dos equipos donde van aventando un aro de tela con un palito de madera, también dando vueltas. Fue una mujer tarahumara, María Salome, la que ganó con amplia ventaja el medio maratón de OXXO, con vestido y chanclas.
Pero la verdadera carrera de las mujeres tarahumara no acaba aquí. Carmen Palma Cobos se armó de valor para salir a las comunidades a decirles a las mujeres que la violencia de género no es "normal". Ella y otras 19 mujeres víctimas tarahumara, las llamadas "Multiplicadoras", caminan kilómetros de bosque, llanuras y serranías, para apoyar e informar. "Es difícil, porque la mujer que es violentada no se acerca, como que todo lo esconde, entonces tenemos que ganarnos la confianza y tenemos que ver que algo le está pasando, tenemos que buscarla”
También hay otro asunto que obstaculiza su vida y tradiciones, la ignorancia internacional.Hace unos meses se divulgó en las redes sociales y en otros muchos medios que “se estaban muriendo de hambre”, supuestamente por la sequía. Margarita Warnholtz Locht, etnóloga, explica que, al difundirse la noticia, les mandaron hasta “media tonelada de zapatos”,"zapatos que deben haber vendido o han de estar tirados en el fondo de las barrancas, pues no creo que sirvieran para caminar por el terreno empinado y pedregoso de la región, (cuando fui por allá, ni con tenis la hacía yo, ahora imagínense con unos zapatos de tacón…)".
Es cierto que desde 1995 ha decaído mucho la producción de maíz y frijol, en algunas zonas se sufre por el agua, por no poder cosechar alimentos, y aquellos alimentos que se logran cosechar están alterados genéticamente y ya no nutren como antes... Pero la base del problema es otro.
"El pueblo rarámuri desde los tiempos antiguos ha tenido una relación cercana al bosque, a la naturaleza... ¿cómo muchos pueden decir que la naturaleza forma parte de nosotros? Es al revés, nosotros formamos parte de ella." asegura Martín Chavez, líder rarámuri presidente de "Consejo Eco regional Sierra Tarahumara A.C.
"Hay mucho que aprender de la naturaleza; si pudiéramos respetar cada árbol... pero como uno no se respeta a si mismo, como va a respetar a los demás"
"Uno va aprendiendo de lo que va viendo en el camino, aprenderíamos más si pudiéramos interpretar lo que nos dice un hermano árbol, falta mucho que aprender de los recursos naturales, los árboles lloran yo lo he visto. He visto cuando cortas leña verde del encino, en la vena más profunda le sale un líquido tipo agua, los mayores explican que esa es su sangre. Se ha perdido el gran respeto que debe haber a madre tierra. Conozco un poeta que decía que aquellos árboles que se han talado fueron lastimados por aquellos que tienen hambre de dinero..."
Y la carrera continúa.
Fuentes:
http://www.hostalestarahumaras.com/tarahumaras.html
http://www.animalpolitico.com/blogueros-codices-geek/2012/09/07/y-los-tarahumaras/
http://todoespolitica.com.mx/revista/todo022012/
http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/literatura/la-increible-historia-de-la-tribu-de-los-mejores-corredores-del-mundo_U30v4cdPqW0Nwb4BZP2du1/
http://www.ted.com/talks/christopher_mcdougall_are_we_born_to_run.html
http://www.excelsior.com.mx/2013/01/06/nacional/877908
http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.ar/2013/02/los-tarahumara-la-carrera-de-la-vida.html
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