3 de agosto de 2013

El engaño de los múltiples rumbos


No todos los caminos conducen a Roma.
Dado que sería como decir que cualquier tipo de esfuerzo que hagamos, sea menor o mayor, nos dará un mismo fruto.
Tenemos opciones, posibilidades, pero el trabajo que se debe realizar para un fin determinado siempre es único.
No podemos procrear si no realizamos el acto adecuado. Hay sólo un camino para lograr que una mole de toneladas despegue y cruce el océano.
No podemos permitirnos decir que “todos los caminos llegan a Roma” dado que en realidad lo que estamos diciendo es que no sabemos a dónde ir.
No nos engañemos. A Roma se llega por un solo camino. Y si Roma significa
logro, meta, podio, realización o despertar, ese camino se llama esfuerzo.
La capacidad de realizar un sacrificio voluntario o ayuno, es inversamente proporcional a la cantidad de yoes que poseamos.
Cuanto mayor sea nuestro esfuerzo menos serán nuestros yoes.
Un yo único requiere de una voluntad sobrehumana.
Hemos perdido nuestro “Norte”, así como las aves pierden el sentido de orientación y se
estrellan contra las rocas.
Nosotros hemos chocado contra las circunstancias.
El sentido natural del rumbo se nos ha olvidado.
Nuestro fruto conciente ha dejado  de crecer, en lo que debería ser el árbol de nuestra vida.
Ya no damos frutos.
El camino para generar frutos se esconde detrás de aquello que no estamos dispuestos a realizar:
La aceptación y el sacrificio.
Hoy es un esfuerzo, lo que antes era una acción natural.
Se desnaturalizó la acción cuando el hombre se multiplicó dentro de sí mismo.
Un hombre unificado puede  hacer milagros, como puede cambiar su propia realidad.
Giramos en círculos.
Impulsados por las  reacciones que nos provocan los estímulos.
Y cuando se presenta un esfuerzo lo evitamos diciendo : -
“todos los caminos conducen a Roma”
Por lo que podemos reemplazar el camino difícil por el más cómodo. Grave error, dado que cuando aparece la exigencia está la posibilidad del cambio.
Es en donde se encuentra la puerta que nos sacará del círculo.
Estas variaciones de rumbo, los diferentes caminos que van a “Roma”, son promovidos por las reacciones emocionales.
Que surgen de nuestros múltiples yoes ilusorios.
Nadie puede dirigirse a ningún lado, si no es desde un sólido y único yo.
No podemos ir. Siempre estamos girando.
Y para evitar la recurrencia deberemos hacer un esfuerzo consciente.
El ser que no disponga un yo único tiene negada la fuerza que logre abrir el giro.
 Pero si realiza el esfuerzo necesario el círculo se transforma en espiral.
Y el plano varía, transformando la percepción de nuestra realidad.
Ya no volvemos al punto de inicio, sino que nos dirigimos a nuestra “Roma”, a nuestro fruto consciente.
Lo que llamamos “Espíritu” desde la visión del hombre múltiple, que es nuestro estado actual, es un “camino olvidado” que antes nos guiaba naturalmente a la acción justa para un fin determinado.
El espíritu no es más que la conexión directa con la naturaleza.
El espíritu, casi un mito, es lo que nos quedó de aquel  hombre lejano. Sepultado dentro de nosotros por múltiples capas de tiempo.
Hallarlo es bucear en nuestra historia. Para poder entender cuál es nuestra verdadera función como hombres.
 Por cierto que hemos perdido el sentido. Y para llenar esa “nada”, esa “acción sin realizar”, decidimos darle un nombre, y lo bautizamos “Espíritu”.
Y no está mal que sea así, dado que el hombre no debe olvidar que en algún momento dejará de girar en círculos para comenzar a realizar su obra.
 Sepamos que el camino correcto es uno. Y es el camino del esfuerzo personal.En la Ciudad de Dios todos aceptan su cruz.
AXSER

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